Con motivo del 90 aniversario de la fundación del PCE, su Secretario General hace un llamamiento a todos los que en algún momento militó en el partido para que vuelvan al mismo.
Aunque me parece una buena medida, no puede quedar solo en un gesto, pues la salida o abandono del partido fueron muchas las causas y si no hay un periodo de reflexión y auto crítica conjunta, la medida quedara solo en eso; un gesto de buena voluntad y un brindis al sol.
Esta noticia me retrotrae al origen de los acontecimientos y me parece oportuno recordar las causas por la cual el partido entró en declive, y, en palabras de Santiago Carrillo que plasma muy bien los conflictos en la cúspide pero, que también se dieron en las bases. A mi juicio, como no se aborde y se clarifique lo ocurrido será muy difícil que retornen. Y es una lastima, porque me parece una buena medida, y hay que hacer un esfuerzo, porque aunque todos tenían sus razones, solo perdió uno EL PCE.
Dice Carrillo:
… En medio de los acontecimientos a que me he referido, la crisis del PCE iba desarrollándose inexorablemente. El bloque eurocomunista se había comenzado a romper. Una tendencia que se autodesignaba, que no definió jamás claramente sus objetivos, por otra parte bastante divergente -ya que nunca tuvo un denominador común, aunque estando en la oposición trató siempre de actuar unida, con mutuas concesiones- se iba distanciando cada vez más del núcleo dirigente y enfrentándose a él.
Formalmente sus ataques iban dirigidos contra el , del que esa tendencia, en la medida en que realmente existía un<aparato> , era parte importante. Estos se manifestaban tanto en el debate partidario absolutamente libre, como en las filtraciones a una prensa, que por hostilidad a la dirección del PCE, basada sin duda en un anticomunismo larvado, tenían de su parte. Así es como el debate interno del PCE estuvo siempre en medio de la calle, desvirtuado su contenido real por sistemáticas y torcidas versiones. A juzgar por esas versiones el estaba compuesto por , veteranos venidos del exilio que tenían al partido en un puño. La realidad era que, desde la legalización, el PCE había instaurado una democracia interna como no existía en ningún otro partido del arco parlamentario. El voto era individual y secreto a todos los niveles: se reconocía la existencia de posiciones de mayoría y minoría, desde las asambleas de base hasta los congresos estatales; todos los órganos eran elegidos democráticamente, compitiendo diversas candidaturas; la cooptación había dejado de practicarse. En nuestros congresos la prensa podía estar presente hasta en las comisiones; gran parte de las reuniones del Comité Central eran abierta a la prensa. Las organizaciones nacionales y regionales poseían autonomía para decidir la política en su ámbito propio.
En cuanto a los veteranos y antiguos exiliados su presencia en los órganos era mínima y tras el X Congreso, insignificante.En éste salieron de la dirección personalidades reconocidas, como Federico Melchor, Santiago Álvarez, Fernández Inguanzo, Leonor Bornau. Dolores Ibárruri, ya enferma, ocupaba una presidencia simbólica en reconocimiento de su papel histórico. Muchos de los militantes que habían trabajado en el exilio, viniendo clandestinamente a España a menudo -e incluso habiendo sufrido torturas y largas prisiones-, tras establecerse la democracia habían sido postergados en las agrupaciones y a otros niveles, en favor de los que habían militado aquí aunque lo hubieran hecho solo durante unos meses y carecieran de historial. La amplia democracia instaurada dentro del partido, y la supresión de facto de lo que había sido el, <centralismo democrático> demuestra el afán democrático del partido.
Cuando había elecciones, los militantes elegían a los candidatos en cada circunscripción y el Comité Central se limitaba a confirmarlo. En víspera de las elecciones del 79 se dio un caso característico. En el órgano central se discutía la candidatura de Jáen, allí un secretario provincial recientemente ingresado en el partido, Felipe Alcaraz, había utilizado su cargo para prepararse la elección como cabeza de candidatura, en detrimento de un camarada escritor, Armando López Salina que había luchado largos años en la clandestinidad. Yo intervine para oponerme a la candidatura de Alcaraz, que sin embargo fue ratificada por la mayoría. Por mucha que fuese mi autoridad personal predominó el criterio de que se respetase la elección hecha desde la base…
José Luis Centella, hay una herida abierta que ni se ha curado ni por supuesto cerrado, y mientras no se abra un debate donde exista la autocrítica y reconocimientos de errores, tu buena voluntad se quedará solo en eso. Esto que me he permitido escribir del libro de Santiago es solo una muestra del declive del Partido, que por cierto; los renovadores dejaron de serlo y cogieron otros derroteros.
Diciembre 2.011